Brixton

 TIENDA DE PELUCAS. Londres, 2013. Fotografía analógica

Si un día zarpase mi lancha en alta mar, me recibirían desde su orilla Martin, Biba, Maria y mi hermana. Mi destino no tendría mejor refugio cálido que Londres. Luego, cogeríamos una canasta con dirección al mercado de Brixton y me llevaría todos los ajíes africanos, una sobredosis del rojo tailandés en un caldo de pescado y finalmente la cerveza en un bar de obreros. Mi vida sería modesta y de pocos reclamos, añorando a The Clash fuera de su tiempo, en cada pared de ladrillos que espere por una revuelta. Volvería a esta tienda del mercado para comprarle a mi hermana una peluca por su cumpleaños y subiríamos al bus rojo con un vino caro, porque ella merece todos mis desprendimientos. Tarjeta Oyster, let's go anywhere. Si todo esto se da más lejos que el deseo, me gustaría reencontrar a estas tres amigas con cuello de cisne, inseparables y listas para su episodio de carnaval, pero quizás ya encontraron el amor en un mercado de novios.        

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