Parada Chinchero


HILANDERAS. Cusco, 2017. Fotografía digital

Camino al Valle Sagrado detuve el auto al ver una llama que salía de la puerta de una casa. Detrás, había un patio en el que varias mujeres tejían sentadas en el piso y otras mecían sus madejas de lana en el aire. Me invitaron a pasar y hablaron de los tintes naturales que emplean desde la antigüedad, cuando la alquimia estaba colocada en el campo en forma de semillas, plantas, insectos. Para explicarme del color rojo, una de ellas aplastó una cochinilla en su palma y parecía un brote de sangre. Alrededor olía a leña y a todo trato amable que va con la paciencia. Desde afuera la voz de Daniel me apuraba a no perder el tren de Ollantaytambo. Siempre corriendo. Siempre siendo el ladrón más rápido de mi propio tiempo.

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