Reencuentro

"LA SILLA", DE LA SERIE HOSPITAL. Lima, 2008. Fotografía digital


Bailaba sin tropiezos, sin importarle sus pies enormes que no le cabían en las sandalias, sin importarle la piel que le quedaba desmontada en cortezas ásperas. Se cogió del poste del paradero y tiró el dedo en señal de que un auto lo recogiera, pero, como era evidente, todos ignoraron su petición por tratarse de un loco. Aun así, se agazapó tras mi espalda y subió conmigo al bus, sin que lo advierta el conductor. Una vez dentro, cada movimiento suyo mantenía una retardo narrativo del anterior: por ejemplo, en el poste, bailaba; en el asiento, pedía un aventón a los conductores que pasaban por afuera. Los locos me atraen porque conocen el desacato para cambiar las cosas.
"Señor, ¿me da un sol para irme a mi casa? Me he perdido y me van a pegar". Con el gesto mal enredado en una sonrisa, le pedía a todos una moneda extendiéndonos la mano, apresurado y alternando su atención con el trayecto que pasaba por las ventanas. Nos miraba como las gallinas cuando pican el maíz. De pronto, reconoce algo de sí en la calle y pega la estampida hacia el estribo, empujando algunos pasajeros por delante. Así también termina con el miedo de algunos de ellos. Sigue corriendo en la avenida al borde de una pared amarilla y mohosa que nunca acaba, por el contrario, crece, no para de crecer, y lo precipita en el sentido contrario del bus al tamaño de un insecto que va perdiendo su bailoteo.

Comentarios

vargasluna dijo…
oe, retoma pues. estamos esperando.
Sandro Aguilar dijo…
Considero muy razonable su pedido, los bombos del año nuevo aún no fueron recibidos en esta esquina.

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