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PUERTO DE LA BOCA. Buenos Aires, 2008. Fotografía lomográfica

Giovannina despierta cada día de julio a las afueras de Milán. Ha amanecido anciana en los últimos años y cada vez atiende más a la muerte. En la repisa de su cuarto hay un radio que enciende solo para oír las noticias del seguro social, luego lo apaga, luego se apaga toda la casa.

Acaba de llegar una mujer más joven con una valija. Se quedará para hacerle huir a la muerte. Ella viene viajando sin descanso ni prisa, viene dejando. Giovannina no tiene paciencia para más días y se empoza en su silencio ceñudo, los hijos solo esperan la llamada de la otra mujer.

La mujer toma el teléfono y espera por una voz al final del corredor. Es su cumpleaños, lo acaba de recordar. Al otro lado de la línea se levanta la voz matinal de su hijo, le dice mamá, le dice feliz día. Hablan del regreso. Ella le dice que espere la distancia otra vez porque sus manos se han hecho más fuertes.

Cuelgan, pero él puede verla imprimiendo sus manos en el rostro de la muerte.

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