John Giorno

JOHN GIORNO IN PERFORMANCE. Lima, 2011. Fotografía digital

Jamás había oído su nombre, todo lo que sabía de él recién pasaba frente a mí. Declamaba en puntillas agitándose en el estrado de un pequeño salón. Su poesía requiere de la pausa, del silencio que nos recuerda a la muerte, pero que también aviva lo intempestivo. Lo deberías leer. Pero ante todo, no dejes de mirarlo si alguna vez lo tienes al frente: El coraje te toma.
"Por fin poesía útil", le dije a Pierre a la salida. Al día siguiente lo retraté en la habitación de su hotel en Miraflores, contábamos con pocas horas antes de su vuelo. En un día en el que paseando por la calle veas un coche fúnebre con un ataúd, seguido de otros vehículos con flores y limusinas, ten por seguro que el día será bueno, tus planes han de tener éxito; mas el día en que veas una novia y un novio en una celebración matrimonial, estate alerta, cuídate, puede ser un mal presagio. Mientras lo fotografiaba empezó a recitar sus poemas con los ojos cerrados. Continué a su ritmo, hasta que terminó su último poema entregándome una flor en la palma de su mano. Ahí vi a uno de los últimos que había sido tocado por Burroughs, Ginsberg, Warhol, Mapplethorpe, viviendo dentro de una mente que se expandía contra la estupidez.

John Giorno se había resignado a quedarse aquí.

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