Venecia
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TARDE DE PESCA. Venecia, 2013. Fotografía analógica |
No solo los gondoleros parecen venir de un sindicato de rufianes sino que un efebo blanquísimo da la bienvenida en el ingreso del Gran Canal. Un muchacho desnudo llegó a cambiar la tradición. Si antes había una lámpara para orientar el tránsito de los navegantes y darle un límite a los caminantes nocturnos, hoy es esta escultura que -vaya uno a saber cómo-, en vez de pez, atrapa una rana. El arte lo excusa todo, ¡la rana es veneciana! El pobre batracio infla los ojos y quiere saltar desesperado al agua, pero el muchacho lo tiene de la pata y lo mira altivo como quien manda carne a los leones del circo. Los turistas lo acarician disimuladamente celebrando su desafío y le prodigan fotos que compartirán también con otros a los que dirán: "He aquí Venecia". En ese festejo que embarca a todo tipo de amantes por su canal, los navegantes encontrarán su farola perdida en los flashes de las cámaras. O en aquel cuerpo níveo que les alumbra el regreso, en tanto cientos de manos lo dejen de tocar.
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