Quinta de Presa

Entrar al palacio puede ser digno de un arrebato, como acontece en nuestra historia republicana. A caballos y pistolas, a tanques y fusiles. ¿Quién se puede negar al arrobamiento del poder?  


Abrir sus cortinas y recibir la luz mortecina que proviene de sus galerías, que son las que guardan los desvelos de las conspiraciones.   


Aguardarse quieto ahí, en la oscuridad que sabe decir mucho. Porque la luz es solo un resultado, un derivado. Con ella no se aprende: se llega a aprender. 


Quitarse la piel y envolverse de aciertos, si aún nos quedan. El palacio nos espera dentro de nosotros y pide por su posesión. Golpe. 



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